domingo, 17 de agosto de 2008

La otra parte...


Por eso pasamos por muchas vidas y por muchas muertes, saliendo de un punto que nadie sabe, y dirigiéndonos a otro que tampoco conocemos. Acostúmbrate al hecho de que muchas cosas en la magia no son ni serán nunca explicadas. Dios resolvió hacer ciertas cosas de cierta manera, y el porqué hizo esto es un secreto que sólo él conoce...
-El hecho es que esto sucede... Y cuando las personas piensan en la reencarnación, siempre se enfrentan con una pregunta muy difícil: si en el comienzo existían tan pocos seres humanos sobre la faz de la Tierra, y hoy existen tantos, ¿de dónde vienen esas nuevas almas?
Brida estaba con la respiración suspendida. Ya se había hecho esta pregunta a sí misma muchas veces.
-La respuesta es simple dijo Wicca, después de saborear por algún tiempo la ansiedad de la joven-. En ciertas reencarnaciones, nos dividimos. Así como los cristales y las estrellas, así como las células y las plantas, también nuestras almas se dividen.
Nuestra alma se transforma en dos, estas nuevas almas se transforman en otras dos, y así en algunas generaciones, estamos esparcidos por buena parte de la Tierra.
-¿Y sólo una de estas partes tiene la conciencia de quién es? -preguntó Brida. Guardaba muchas preguntas, pero quería hacerlas una por una; ésta le parecía la más importante.
-Hacemos parte de lo que los alquimistas llaman el Anima Mundi, el Alma del Mundo -dijo Wicca, sin responder a Brida-. En verdad, si el Anima Mundi se limitara a dividirse, estaría creciendo pero también quedándose cada vez más débil. Por eso, así como nos dividimos, también nos reencontramos. Y este reencuentro se llama Amor. Porque cuando un alma se divide, siempre se divide en una parte masculina y una femenina.
Así está explicado en el libro del Génesis: "el alma de Adán se dividió, y Eva nació de dentro de él."
Wicca se detuvo, de repente, y se quedó mirando la baraja esparcida sobre la mesa.
-Son muchas cartas -continuó- pero forman parte de la misma baraja. Para entender su mensaje las necesitamos a todas, todas son igualmente importantes. Así también son las almas. Los seres humanos están todos ínter ligados, como las cartas de esta baraja. En cada vida tenemos una misteriosa obligación de reencontrar, por lo menos, una de esas Otras Partes. El Amor Mayor, que las separó, se pone contento con el Amor que las vuelve a unir.
-¿Y cómo puedo saber que es mi Otra Parte? -Ella consideraba esta pregunta como una de las más importantes que habla hecho en toda su vida.
Wicca se rió. Ella también se había preguntado sobre eso, con la misma ansiedad que aquella joven que tenla enfrente. Era posible conocer a la Otra Parte por el brillo en los ojos: así, desde el inicio de los tiempos, las personas reconocían a su verdadero amor. La Tradición de la Luna tenía otro procedimiento: un tipo de visión que mostraba un punto luminoso situado encima del hombro izquierdo de la Otra Parte. Pero todavía no se lo contaría; tal vez ella aprendiese a ver ese punto, tal vez no. En breve tendría la respuesta.
-Corriendo riesgos -le dijo a Brida-. Corriendo el riesgo del fracaso, de las decepciones, de las desilusiones, pero nunca dejando de buscar el Amor. Quien no desista de la búsqueda, vencerá.
Brida recordó que el Mago había dicho algo semejante, al referirse al camino de la magia. "Quizá sea una cosa sola", pensó.
Wicca comenzó a recoger la baraja de la mesa, y Brida presintió que el tiempo se estaba agotando. Sin embargo, quedaba otra pregunta por hacer.
-¿Podemos encontrar más de una Otra Parte en cada vida?
"Sí -pensó Wicca con cierta amargura-. Y cuando esto sucede, el corazón queda dividido y el resultado es dolor y sufrimiento. Sí, podemos encontrar tres o cuatro Otras Partes, porque somos muchos y estamos muy dispersos." La chica estaba haciendo las preguntas certeras, y ella necesitaba evadirlas.
-La esencia de la Creación es una sola -dijo-. Y esta esencia se llama Amor. El Amor es la fuerza que nos reúne otra vez, para condensar la experiencia esparcida en muchas vidas, en muchos lugares del mundo. Somos responsables por la Tierra entera, porque no sabemos dónde están las Otras Partes que fuimos desde el comienzo de los tiempos; si ellas estuvieran bien, también seremos felices. Si estuvieran mal, sufriremos, aunque inconscientemente, una parcela de ese dolor. Pero, sobre todo, somos responsables por reunir nuevamente, por lo menos una vez en cada encarnación, a la Otra Parte que con seguridad se cruzará en nuestro camino. Aunque sea por unos instantes siquiera- porque esos instantes traen un Amor tan intenso que justifica el resto de nuestros días...
-También podemos dejar que nuestra Otra Parte siga adelante, sin aceptarla o siquiera percibirla. Entonces necesitaremos más de una encarnación para encontrarnos con ella. Y, por causa de nuestro egoísmo, seremos condenados al peor suplicio que inventamos para nosotros mismos: la soledad...

Fragmento de “Brida” de Paulo Coelho

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